8/12/2013
Ayer noche La Scala lucia sus mejores galas para la inaugural noche de San Ambrogio, en la que iba a estrenarse La Traviata , en una producción de Dmitri Tcherniakov, con Diana Damrau como Violetta, Piotr Beczala como Alfredo y Željko Lučić como Giorgio Germont, bajo la dirección musical de Daniele Gatti.
No me voy a extender con la prima, solo diré que pensé y añoré muchísimo la elegancia, expresividad inteligente y minimalista y, porque no decirlo, voces, de La Traviata de Salzburgo 2005, con Netrebko y Villazón. Para mi gusto, las voces estuvieron bien, la Damrau algo histriónica al inicio, aunque supongo que era la elección del director. Beczala, en su linea habitual, solvente y seguro, con algún error al final, pero nada especialmente destacable. Lo peor de todo, con diferencia, la puesta en escena de Tcherniakov: parecía un programa humorístico basado en La Traviata (un "Polonia" de La Traviata, como referencia para los lectores catalanes).
Es sabido por todos la existencia de un, sino nutrido, al menos ruidoso grupo de abucheadores "oficiales" en La Scala, que, según ellos, velan por la conservación de las esencias y los criterios fundacionales de la ópera. No hay figura grande, ni grandísima, que no hay sido abucheada, en algún momento, por todos o alguno de ellos. Eso forma parte del "pack La Scala" y quien va a cantar o dirigir allí debe saberlo, y asumirlo, si es el caso.
Pero Piotr Beczala parece que iba envalentonado por sus éxitos en el MET, y no previó en ningún momento que los "BUUUUU" podrían dirigirse también a él, como ocurrió en los aplausos finales. Realmente no los merecía, porque su actuación fue más que correcta, pero, aunque la mayoría del público le aplaudió, recibió algunos, y, encima, se situaron, supongo que expresamente, cerca de la toma de sonido de la emisión cinematográfica, con lo cual se oyeron, aumentados, por todo el mundo.
Y aquí es cuando la "testa di tenore" y un orgullo mal entendido le juegan una mala pasada al tenor polaco, y publica en caliente, desde su móvil, en Facebook, a las 2 de la madrugada, la siguiente nota:
My last production in La Scala... I think They should engage only Italian singers ... Why I spend my time for this" schmarrn" ... Arrivederci ...
(Mi última producción de La Scala ... Creo que deberían contratar sólo a cantantes italianos ... ¿Por qué perder mi tiempo con esta basura?... Adiós ...)
Muy mala decisión, apresurada y desafortunada. Si cantas en La Scala, te expones a eso. Y si te abuchean, lo admites, te guste o no, y continúas como si nada. Muy posiblemente eso se hubiera circunscrito a la prima, y en las siguientes no se le habría abucheado, eliminado ya el factor mediático y de altavoz del estreno.
Pero ahora solo le quedan tres opciones: rectificar y pedir disculpas, retirarse de las funciones y asumir el coste económico de eso, o la tercera y más probable, continuar cantando lo estipulado en su contrato, recibiendo en cada una de las funciones una dosis mayor de abucheos, amén de otras descalificaciones artísticas y personales.
Por mucho que se sea una estrella en el MET, por mucho que se ocupe un puesto relevante entre los mejores tenores actuales, uno debe saber donde está, que asume con ello, y como comportarse en situaciones difíciles, sin parecer una "testa di tenore" engreída, vanidosa y, sobretodo, poco inteligente.
AÑADIDO
Doce horas después de publicar su primer desafortunado comentario en Facebook, llega el segundo...en la misma linea, reiterando que no volverá a cantar...en ITALIA !!! Ahora ya no es La Scala, su "boicot" se ha extendido a todas las óperas del país. Y dándole la culpa de todo a Tcherniakov, como si el ruso sólo le hubiera dirigido a él, y no a la Damrau, que recibió unánimes e intensísimos aplausos.